Vigila el crepúsculo
Pues con la caída del sol
Se inicia la sinfonía
Que coordina el ritmo
A los latidos del corazón
Que danzan en los acordes
De un Si Bemol
Sólo dame un rocío
De tus labios
Que me anime
A iniciar la aventura
De peregrinar por el sendero
De tu piel
En tu piel nace el alivio
Para sanar mis heridas
Dulce ángel no me abandones
Sálvame de la tempestad
De vivir sin amor
Manuel Enrique
Maracaibo, marzo de 2003
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