Diáfana la mente
Que muere, envejece
Este shock onírico
De pesadillas rosadas
Bordean tu sutil figura
Juez o verdugo
De mi tacto, mi olfato
Que perciben lo putrefacto
De la mierda perenne
Bebo el vino marchito
Sabor a hiel
Alterando el gusto
A la
deidad del Olimpo
Mil y un esclavos
Rinden culto a la muerte
Que no viste de sacro
En este juego convexo
Manuel Enrique
Maracaibo, diciembre de 2001
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